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DOSSIER 7.5: Yo entreviste a Mauricio

Por: Juan Alberto Paz (Juber)

 Publicado originalmente en el diario, “El Periódico de Ocumare”, Año I. Nº 7, 2da quincena de mayo de 1980, página Nº 2.

       Era una mañana fría del mes de Mayo donde a Valles del Tuy desde los cielos caía como un almíbar, una 1 lluvia pertinaz de Norte a Sur lo cual daba lugar a que nuestro principal río fuera casi navegable, ¡Oh que hermoso panorama!, Ocumarito, La Guamita, el cauce de sus aguas eran alentadoras, se veían las garzas contemplando con ternura el azul de los pozos, la neblina estaba a ras de la tierra empapando con su aliento nuestra vida cotidiana.

El poeta Juan Alberto Paz

     En aquella mañana quise inspirar un poema a través de esta gran naturaleza, para ello tomé el rumbo este de Ocumare del Tuy hacia las vías de Quiripital por una carretera de tierra, y ante el bullicio de turpiales, arrendajos, gonzalitos, guacharacas y paraulatas, con sus cantos embelesaban mi espíritu que como bardo vive enamorado de lo hermoso del Valle que me vio nacer.

     Veía a mi lado una espesa vegetación, un suave olor a espiga de maíz, vitalizaban mi mente, tablones de caña dulce lista para ir al trapiche, daban matiz al caerle el sol, como si fueran nidos de oro y plata, al cruzar el río de Súcuta, calmé la sed con sus cristalinas aguas; pero al caminar como una hora vi a la izquierda un peñón que se alzaba en un copo de árboles, lo cual llamo mucho mi atención y de la nada surgió un lugareño al cual después de los saludos correspondientes pregunte:

– ¿Qué significa aquel Peñón en aquella fronda? Y este me respondió:
– Hombre, allí vive “Mauricio” que pa` más señas es un “encantao”
– ¿Cómo es posible? Me dije.

      Me despedí del campesino y me fui hacia la cueva a constatar lo que acababa de oír. En efecto llegue a la puerta de la misma, vi a un hombre blanco, flaco, de regular tamaño, con una mochila al hombro como quien iba de salida, y sí iba para el pueblo, le di los buenos días, y aquel hombre desconfiado, receloso, ve a su alrededor, frunce el entrecejo, baja la vista como buscando lejanas meditaciones, pero al fin alza la mirada hacia mí, y me responde: Sigue leyendo

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